(En colaboración con CinemaNet)
La última película del combo Disney-Pixar no pasará a la historia como una de las obras maestras del estudio, pero eso no significa ni por un segundo que sea mala. La cuestión es que, aunque no llegue al cielo narrativo al que nos tienen acostumbrados los de Woody, Buzz y compañía, “El viaje de Arlo” ralla a un nivel que ya quisieran para sí muchas de las cintas de dibujos de la competencia.
La premisa de la que parte esta historia es un What if de los gordos: ¿y si el meteorito que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años simplemente hubiera pasado de largo? En esta ucronía, los grandes reptiles han desarrollado inteligencia y viven dedicados a la agricultura, la ganadería o el puro pillaje. Dentro de este contexto, Arlo es el hijo menor de una familia de Apatosaurus granjeros que, al contrario que sus hermanos, es un cobarde. Una serie de circunstancias que no destriparemos se conjuran para que Arlo termine arrastrado por una riada lejos de su casa sin más compañía que la de un niño humano con mentalidad de perro. Con este inesperado compañero, el niño silvestre llamado Spot, el dinosaurio trabará una amistad que es el núcleo de la película.
Decíamos al principio que “El viaje de Arlo” no alcanza la categoría de “obra maestra”, pero eso no quita que no tenga un buen puñado de virtudes si aceptamos su condición discreta. Destaca especialmente el apartado técnico, con unos escenarios que son una pura delicia visual: las espléndidas planicies, montañas y ríos de la América profunda lucen espectaculares en pantalla y le dejan a uno embelesado ante la calidad de estos fondos que se quedan pululando por el fondo de la retina. La música de Michael y Jeff Danna también empuja hacia arriba el resultado final, dando al recorrido de esta inusual pareja un dinamismo extra o subrayando la emoción del momento, según la situación lo requiera.
Respecto a la historia en sí, una de cal y otra de arena. Si bien es cierto que la cinta no tiene demasiadas pretensiones argumentales –la trama es muy sencilla, lineal hasta el punto de ser previsible en muchos casos-, cumple su cometido de ejercer de vehículo para que se construya la relación entre Arlo y Spot, el niño-perro. A lo largo de pequeños episodios de tono desigual –aquí una referencia al western, aquí otra al cine de terror, aquí una secuencia psicodélica…- los dos protagonistas se van conociendo, van aprendiendo a confiar el uno en el otro y acaban, en definitiva, forjando una auténtica amistad.
En definitiva, el dinosaurio y su compañero transmiten un mensaje fundamental dividido en dos partes, a saber: que el miedo no se evita, sino que se afronta y que la verdadera valentía surge de la amistad, que solo es posible darse cuando es por otro. Con todo, “El viaje de Arlo” será una cinta menor, pero tan bonita de forma y de fondo que nadie se arrepentirá de haber pasado por el cine.
FICHA TÉCNICA:
Título Original: The Good Dinosaur
Dirección: Peter Sohn
País: Estados Unidos (2015)
Duración: 100 min.
Género: Animación, Comedia
Guión: Meg LeFauve (Historia: Peter Sohn, Erik Benson, Meg LeFauve, Kelsey Mann, Bob Peterson)
Productora: Pixar Animation Studios / Walt Disney Picture
Música: Jeff Danna, Mychael Danna