Todos los días el fin del mundo. Jesús M Amilibia
Páginas 224
Editorial Stella Maris
Estructura y contexto
En esta novela, de ingeniosa estructura y sorprendente devenir, se reúnen las inquietudes que en los últimos años han asolado nuestro país. Amilibia integra en la narración, con un estilo novedoso, recortes de prensa que combinan realidad y ficción. En Todos los días el fin del mundo se esboza el estado anímico del ciudadano español de a pie y se dejan al descubierto los sonrojantes sucesos que han salpicado a políticos, banqueros, sindicatos, miembros de la realeza…
La trama
Harold García vive extenuado y atormentado por el paisaje de grosera decadencia en el que vive, analizando diariamente la prensa desde su lugar de trabajo, como agente de policía, en una unidad en la que deben crear informes basándose en las noticias que publica la prensa pero, «¿qué dosis de verdad puede soportar un hombre?».
El protagonista quiere erguirse como el Mártir de la Crisis. Buscará crear una Revolución con ingenio, la necesaria para invertir las anquilosadas estructuras de poder que imposibilitan el crecimiento de una sociedad que pide a gritos un cambio «No aguanto más mierda. España no tiene arreglo ni nunca lo tendrá (…) Me han engañado los políticos, los jueces, mis superiores policiales, mi propio padre…» Harold tratará de asestarle un golpe de gracia al sistema y precipitar una catarsis que signifique un punto y aparte. Sueña con un levantamiento. Una acción revolucionaria que haga gritar al mundo. Tiene claro que, como decía Einstein, «Si quieres resultados distintos no hagas siempre lo mismo». Para conseguirlo, deberá emplear todo su ingenio en el arte de la protesta social ya que los modos de protesta convencionales, monótonos y repetitivos, carecen de fuerza para propiciarla.
Parece que la única acción capaz de conmover a la sociedad, los medios y los políticos sea el suicidio grotesco. Una inmolación que derive en acción y convierta el polvo en pólvora que haga estallar.