Josef Pieper. Las Virtudes fundamentales
Madrid: Rialp, 7ª ed., 2001
Josef Pieper es uno de los filósofos más importantes del siglo XX. Nació en Westfalia en 1904. Catedrático de Antropología Filosófica de la Universidad de Münster, doctor honoris causa y profesor extraordinario en varias universidades, miembro de numerosas Academias y sociedades científicas, murió en 1997 en Münster.
Son muchas las ciencias que trató: Filosofía de la historia, Sociología, Ética, Antropología y Metafísica.
En Las Virtudes fundamentales recoge sus estudios monográficos sobre cada una de las virtudes morales, cardinales y teologales. Se trata de una obra maestra de Ética y de Antropología y no solo de estas ciencias, sino también de Teología moral, Psicología, Pedagogía, Filosofía social y las demás ciencias humanas.
Pieper nos introduce en la obra, apoyándose en las palabras que pronunció el gran poeta y escritor Paul Valéry en la Academia Francesa, hablando de la virtud. No tienen desperdicio:
“Virtud, señores, la palabra ‘virtud’, ha muerto o, por lo menos, está a punto de extinguirse… A los espíritus de hoy no se muestra como la expresión de una realidad imaginable de nuestro presente… Yo mismo he de confesarlo: no la he escuchado jamás y, es más, sólo la he oído mencionar en las conversaciones de la sociedad como algo curioso o con ironía. Podría significar esto que frecuento una sociedad mala si no añadiese que tampoco recuerdo haberla encontrado en los libros más leídos y apreciados de nuestros días; finalmente, me temo no exista periódico alguno que la imprima o se atreva a imprimirla con otro sentido que no sea el del ridículo. Se ha llegado a tal extremo, que las palabras ‘virtud’ y ‘virtuoso’ sólo pueden encontrarse en el catecismo, en la farsa, en la Academia y en la opereta”.
El diagnóstico de Paul Valéry era indiscutiblemente verdadero en el momento que las pronunció y absolutamente válido en nuestros días.
La virtud es la realización de las posibilidades humanas en el aspecto natural y sobrenatural, es decir, lo máximo a que puede aspirar el hombre y ya sabemos que nuestro mundo es un mundo de mínimos más que de máximos, y gusta más de palabras como tolerancia, diversidad, pluralismo, por citar solo algunas.
Por todo ello, podemos decir que nos encontramos ante un libro políticamente incorrecto, pero sensacional e imprescindible, ya que desciende al terreno práctico y cotidiano de la vida, iluminando y orientando al hombre en cualquier situación que se le presente.
Libro muy recomendable, por cuanto no es un trabajo abstracto e intemporal, sino un análisis vigoroso y sugerente de problemas permanentes de la vida humana en sus peculiaridades y matices de hoy.
Os dejo con unas palabras del autor: “Al practicar el bien, el hombre se va ajustando a un plan que no sólo no ha sido trazado por él, sino que considerado en su conjunto y en la totalidad de sus partes, le es deconocido. Este plan es revelado al ser humano instante tras instante, pero siempre como a través de un angosto resquicio, que nada más deja ver una exigua fracción; jamás le será dado al hombre, mientras permanezca en el estado del estar-en-camino, contemplar el plan concreto de su vida en la rotundidad de sus líneas”.