Me daría vergüenza ser Charlie Hebdo pero condeno rotundamente el asesinato de esas 12 personas. Y no, no me parecen mártires de la libertad de expresión
La mayoría de medios de comunicación se llenan la boca diciendo que lo que ha pasado en París ha sido un brutal ataque a la libertad de expresión, al «sacrosanto derecho» del que todos hablan pero que nadie es capaz de analizar más allá de: «consideramos que la libertad de expresión es un valor superior y que ninguna religión puede coartarla o limitarla» como decía la revista Mongolia haciendo honor a su nombre. Ha sido un brutal ataque, sí, pero no a la libertad de expresión.
Me gustaría ver a las madres de los que gritan a los cuatro vientos estas consignas aparecer en alguna de las portadas de Charlie Hebdo (o de sus homónimas en España) y estoy convencido de que su concepto de libertad de expresión cambiaría de sopetón. No hace falta ser Doctor en Filosofía para ver que lo que hacen estas revistas es un ataque directo a algunas personas/religiones/colectivos y no un ejercicio de libertad. Solo es necesario hacer el experimento, pon a tu madre en una de sus portadas.
Confundimos libertad de expresión con «digo que tu madre es una puta y me río de ella pero no te lo tomes a mal, solo quiero hacer un poco de humor»
La bajeza moral de Charlie Hebdo no justifica en ningún caso lo que han hecho estos dos yihadistas, de la misma forma que lo que han hecho estos dos yihadistas no justifica tampoco la mierda de dibujos que hacen en ese panfleto que destila burla violenta y mal gusto por los cuatro costados.
Es por eso que, a pesar de estar absolutamente en contra del asesinato de esas 12 personas, yo no soy Charlie Hebdo.