El túnel. Ernesto Sábato
160 páginas
Editorial Seix Barral
Ernesto Sábato (1911-2011) fue un escritor, ensayista, físico y pintor argentino. Fue el segundo argentino galardonado con el Premio Miguel de Cervantes (1984) tras el obtenido 5 años antes por Jorge Luis Borges. Sus tres novelas son: El túnel, Abaddon el exterminador y Sobre héroes y tumbas aunque también ha escrito ensayos de gran calidad como Uno y el Universo o Apologías y rechazos.
EL TÚNEL
Juan Pablo Castel es un pintor incapaz de comunicar la desesperanza que oprime su existencia. Carga un lastre imperceptible por la sensibilidad del resto del mundo. Entre la turbación de verse sin pistas en la profundidad de las tinieblas, aparece un rayo de luz que da color a su escenario y transmuta la desesperación. Ella es María, la mujer que contemplando uno de sus cuadros se convierte en la única persona que llega a comprenderle. En ese cuadro aparece, amagada en un rincón, una ventana que contiene los sentimientos encerrados del autor.
Castel, a través de ese suceso, emprende un viaje de introspección en su propia psicología que le permite ordenar las emociones del mundo. Comprende que el hombre se halla instalado en un camino de desamparo fruto de tanta insatisfacción, de la angustia de vivir en la duda permanente y perseguir lo inalcanzable. Su cordura lo convierte en un infeliz sin esperanza que ejemplifica al hombre de este tiempo en estado agónico entre razón y sentimientos.
El camino realizado para llegar al colapso se esconde tras la ventana en la que habita su niñez. Siente que como decía Jorge Manrique “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Esto no quiere decir que antes hubiera más dolor sino que la gente lo echa en el olvido con facilidad. Significa que siempre ha existido la angustia y el sufrimiento así que perdurará hasta el último segundo de existencia del universo haciendo trizas la esperanza.
Castel continúa resquebrajando su alma a través de la novela. Se siente solo en medio de la multitud, ante una abominable comedia en la que la gente vive vidas agitadas y sordas: curiosas y absurdas en las que hay bailes y fiestas y alegría y frivolidad. Pero lo que más atormenta al alma desesperanzada es observar, desde su tribuna, la falsa realidad de que solo es uno mismo el que sufre, el alma errante.
Al final de esta magistral novela Sábato encaja las piezas de su puzle desembocando en un clímax devastador conducido por su visión del mundo y su relación con María: “Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al final del pasadizo, frente a una obra pintada por mí, como clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que ya estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado.”
Se advierte que no hay unidad, que cuando te despojas de las telarañas de la luz cegadora, descubres que solo hay un túnel, el de cada uno, oscuro y solitario y que los túneles que se unen al final son en realidad pasadizos separados por vidrios que impiden escucharse. A veces las paredes se tornan de nuevo de piedra oscura e impenetrable. Lo transcurrido es la infancia, la juventud y toda la vida. La cabeza es un laberinto oscuro que a veces es sacudido por relámpagos que iluminan algunos corredores. El túnel es lo oscuro del alma, lo que el hombre pretende conocer como la verdad.
*Me gustaría alertar al lector que esta novela puede perturbar al lector así que debe ser leída con criterio. Es una novela que refleja unas ideas que no comparto, expuestas de manera formidable y bella.