‘El impostor’ (2012) narra una de las historias de Frédéric Bourdin, un reincidente impostor francés que interpretó o robó identidades en varios países. Este documental británico se centra en un engaño de 1997, en el que se hizo pasar por Nicholas Barclay, un niño tejano de 13 años desaparecido en 1994.
Linares, provincia de Jaén, 1997. La Guardia Civil recibe una llamada de unos turistas que informan sobre la presencia de un supuesto niño en una cabina telefónica durante una noche lluviosa. Así empieza una de las historias más llamativas de Frédéric Bourdin, una de tantas, pues internet recoge unos 781.000 resultados acerca de este francés de origen argelino apodado “el camaleón”.
Dirigido por Bart Layton y producido por Simon Chinn (ganador del Oscar al mejor documental por Searching for Sugar Man), El impostor se centra en las extrañas circunstancias en las que este suplantador de identidad pudo hacerse pasar por un niño tejano, Nicholas Barclay, con el que no tenía absolutamente ningún parecido físico. A pesar de que “el camaleón” tenía 23 años, no era rubio y el inglés no era su lengua materna, fue capaz de aparentar ser un adolescente de 16 años. La hermana de Barclay viajó a España para llevarle de vuelta a casa a San Antonio (Tejas), donde la familia le acogió como su auténtico hijo.
[sociallocker]Sabiendo que le esperan muchas preguntas a las que responder durante los siguientes días, Bourdin tuvo que prepararse historias creíbles. En primer lugar, el cambio de color de los ojos. ¿Y si hubiera sido secuestrado por una red de prostitución infantil y trasladado en avión a Europa, donde había sido torturado y abusado? Sí, eso podría explicar lo de los ojos. Sus secuestradores le habían inyectado productos químicos. Además, había perdido su acento de Texas, ya que, durante más de tres años de cautiverio, se le había prohibido hablar inglés. Finalmente, contaría que se había escapado de una habitación cerrada con llave en una casa en España, cuando un guardia, descuidadamente, dejó la puerta abierta. Era un cuento inconcebible, pero fue su cuento.
Fue un detective privado quien empezó a descubrir el engaño, aunque la narración deja entrever una pregunta, ¿realmente ningún miembro de la familia advirtió las evidentes diferencias? Las extravagantes historias con las que “el camaleón” explicaba su larga desaparición podían llegar a justificar algunas variaciones en el carácter e incluso en el acento, pero no hasta ese punto.
El documental pone el foco de atención también en el aspecto humano y psicológico, pues la capacidad de Bourdin para desenvolverse en circunstancias adversas y en el embuste no sería asumible para la gran mayoría de seres humanos. Según palabras del propio Layton, “se trata de un tipo inusual, pues, incluso aunque sepas que ha hecho cosas terribles, te invita a mirar tras él y a creerle. Nos dimos cuenta de que el mejor modo de hacer la película sería que el espectador experimentase la manipulación. Llegas a entender sus motivos, cómo encanta, cómo seduce. Tiene la habilidad de contar la historia que quieres creer”.
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