Gilbert Keith Chesterton. El Hombre que fue Jueves
Málaga: Sirio, 2008
G. K. Chesterton nació en Campden Hill en 1874 y murió en Londres en 1936. Cultivó la crítica, el ensayo, la novela, la lírica, el relato breve y la redacción periodística. Su obra de ficción lo sitúa entre los escritores más brillantes e ingeniosos de la literatura inglesa.
Se dedicó al periodismo por completo, llegando incluso a editar su propio semanario, G. Ks Weekly.
Era protestante, pero, igual que su amigo el poeta Hilaire Belloc, se sintió atraído por el catolicismo, dejando en 1922 su antigua religión, después de un proceso personal que le llevó varios años.
A pesar de haberse criado en un ambiente protestante, Chesterton veía con buenos ojos el mundo medieval y el feudalismo, mientras que abominaba de la Reforma protestante y, sobre todo, del puritanismo.
Fue un notorio polemista tanto en Inglaterra como en Estados Unidos. Doctor honoris causa por las universidades de Edinburgo, Dublín y Notre Dame y Caballero de la Orden de San Gregorio el Grande. El 14 de junio de 1936 el papa Pío XI le otorgó el título de Defensor Fidei.
El hombre que fue Jueves es una de las novelas más populares del escritor británico. Si bien a primera vista parece una novela policíaca, con una buena dosis de suspense, los críticos han visto en ella una novela de tesis, un panfleto político. En ella, Chesterton lanza sus dardos envenenados contra la filosofía de Schopenhauer, contra el pensamiento de Nietzsche y contra el anarquismo, que empezaba a surgir en aquel momento. Chesterton narra dos historias paralelas, una superficial y entretenida y otra trascendente y enigmática y tuvo la genial habilidad de que una historia no ahogara a la otra. Al narrar las aventuras del detective y poeta Gabriel Syme, en su lucha fantástica contra una conspiración anarquista en el Londres del momento, prefirió que el sentido del humor y las anécdotas pasaran por encima de cualquier otra consideración.
En esta obra encontramos todas las características de Chesterton: su veta periodística, su interés por el catolicismo, su faceta de crítico de arte, de polemista -la novela en sí es una polémica-, incluso aparece su caricatura, pues el personaje de Domingo, es él mismo.
Hay quien ha definido la obra como una novela policíaco-metafísica. “Lo que comienza siendo un misterio de detectives y sociedades secretas termina convirtiéndose en un rompecabezas metafísico”. (Alejandro García Ingrisano)
Chesterton utiliza la obra para oponer el bien al mal, el orden al caos.
El desarrollo de la novela incluye aspectos filosóficos y metafísicos, unos excelentes diálogos y numerosas referencias bíblicas y, bajo la apariencia de una novela policíaca, se esconde una enigmática alegoría cristiana.