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El guardián entre el centeno

Jerome David Salinguer. El guardían entre el centeno

Editorial: Alianza Editorial

232 páginas

 

Portada del libro el guardián entre el centeno

Jerome David Salinguer nació en Nueva York, el 1 de enero de 1919, y murió, en Cornish, el 27 de enero de 2010. Su fama mundial se debe, sobre todo, a haber escrito una de las novelas más vendidas de la época moderna: El guardián entre el centeno.

Este libro alcanzó fugazmente la fama, no solo por su calidad literaria (que es mayúscula), también por la polémica que lo ha rodeado desde su lanzamiento. En primer lugar por la cantidad de palabrotas y palabras malsonantes que aparecen. En segundo lugar por las diferentes situaciones que vive el protagonista, siendo menor de edad: bebe alcohol, fuma, está con prostitutas (aunque no llegue a ir más allá)… Y por último, porque hay diversas teorías que indican que la novela era una especie de imán para los psicópatas. Los hombres que atentaron contra la vida de John Lennon, John F. Kennedy, Ronald Reagan, Robert F. Kennedy, habían sido poseídos por el papel del protagonista, Holden Caulfield, y durante las investigaciones posteriores se les descubrió una obsesión enfermiza con la novela.

El guardián entre el centeno

“Si un cuerpo encuentra otro cuerpo cuando van entre el centeno…”  ROBERT BURNS

Holden Caulfield es un adolescente incapaz de encajar en una sociedad que no comprende. Las relaciones humanas son para él un sinsentido de mediocridad, falsedad e hipocresía. Durante esta etapa de inadaptación, le van echando de diferentes colegios. Odia que en las escuelas tengas que estudiar lo suficiente para comprarte un Cadillac algún día, fingir que te importa que gane el equipo del colegio, hablar de chicas, alcohol y de tantas versiones distorsionadas del éxito. Formar parte de algo así es superior a él. Solo pensarlo le dan ganas de vomitar. Y a quién no. Tras su última expulsión del Colegio Pency, decide escaparse unos días a Nueva York, antes de regresar con su familia definitivamente.

Al llegar a Nueva York, comienza a vagar por sus calles como una pluma en medio de una ventolera. Adopta una actitud contemplativa, observando el mundo desde una perspectiva diferente al resto de humanos, no por ser adolescente sino por su razón y amplitud de miras. Solo a Holden Caulfield parece intrigarle dónde van los patos del estanque de Central Park cuando llega el invierno. A nadie le importa averiguar el por qué de lo establecido, de lo que funciona porque sí. “Si fuéramos peces la madre naturaleza cuidaría de nosotros”, llegan a decirle. Vivir en el mundo y no aspirar a comprenderlo es vivir como un animal. Uno de sus mayores problemas es la lucidez, que le permite advertir las imperfecciones de lo que le rodea y sentirse, a la vez, incapaz de dejarse llevar igual que hacen los demás.

Caulfield empieza a adentrarse en el lenguaje del mundo desde el mundo. Parece que a la raza humana le hayan succionado la razón y el criterio. Los intérpretes destrozan las canciones, la mayoría de las novelas de hoy en día podrían tirarse por el retrete y en el cine y los teatros la gente se ríe de cosas que no tienen gracia. Mediocridad e incoherencia, un espectáculo capaz de deprimir a cualquiera. Da náuseas. También está el dinero, que parece que siempre acaba amargándole la vida a uno y eso también da un poco de asco.

Los únicos rostros donde encuentra luz y esperanza es en el de su hermana pequeña, que siente la depresión que sufre Holden; en otro hermano suyo, ya fallecido a causa de una leucemia; y en el de dos monjas en las que rápidamente descubre paz y profundidad.

El error que comete Holden Caulfield es el de no lograr poner tierra de por medio entre la realidad que va conociendo y su sensibilidad. Los hombres y la sociedad le sucumben en una profunda depresión. Una depresión evocada por la tristeza que conlleva contemplar el mundo desde una postura huérfana de esperanza.

Solo al final logra comprender que quiere ser un guardián entre el centeno. Un protector que ayude a los que vienen detrás, impidiéndoles que caigan en el abismo en el que él está sumido. Desea que su experiencia sirva como faro a las almas perdidas y amaine sus sufrimientos con en el consuelo de andar un camino ya pisado.

 

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