Nuestro entrevistado de hoy vive lejos, bastante lejos. Las casualidades de la vida llevaron a Carlos Catalán, periodista de profesión, de su Sant Cugat natal a Corea del Sur, donde es profesor de español. Varias son las experiencias que uno adquiere viviendo en un país tan distinto como este, pero mejor dejamos que sea él quien cuente qué destaca de su aventura asiática.
¿Qué te llevó a Corea del Sur?
Vine en 2011 a una universidad coreana a estar unas tres semanas en Busan, la segunda ciudad del país. Era un programa cultural que nos enseñaba a estudiantes internacionales las costumbres, las tradiciones, la comida y el idioma coreanos. Fue una experiencia muy intensa y bonita que acabó de concretarse en verano de 2012, cuando vine aquí a vivir.
¿Qué diferencias culturales, respecto a Occidente, te llaman más la atención?
Cuando pienso en las diferencias de Corea con Occidente, tanto culturales como de cualquier otro tipo, no puedo pensar en una sola o principal diferencia. El hecho de vivir el día a día en este país te va mostrando continuamente aspectos, por muy pequeños que sean, que son diferentes respecto a tu cultura. Creo que es más un cúmulo de pequeñas diferencias que hacen que el conjunto sea totalmente otro mundo. Arquitectónicamente es diferente, la comida y las costumbres también, así como la sociedad y la manera de actuar de los coreanos.
Si tengo que destacar alguna, la que más me sorprende, y coincidimos muchos de los que vivimos aquí, es que Corea es un país muy homogéneo.
¿Alguna anécdota que te haya marcado durante tu estancia?
En mi trabajo estoy en contacto con muchas personas coreanas. El ser profesor me permite hablar con gente de diferentes edades. Me cuentan sus rutinas, sus objetivos, sus tradiciones, sus aficiones, sus pasatiempos y opiniones sobre temas conflictos o situaciones de todo tipo.
¿Cómo son recibidos los europeos en un país tan diferente?
A mí siempre me han tratado muy bien. Tanto los coreanos como el país en general me han tratado muy bien. Me ha dado oportunidades y llevo aquí casi tres años llenos de buenas e intensas experiencias. Así que desde mi propia experiencia no me puedo quejar.
Por otro lado, también tenemos que tener en cuenta que Corea del Sur es un país que se ha abierto al mundo desde hace relativamente poco tiempo. Entonces, existen situaciones en las que puedes ver que no están tan acostumbrados al contacto con los extranjeros y eso puede producir alguna situación inusual o incómoda.
¿Hay oportunidades de trabajo?
Hay más oportunidades que en España, sí. Pero para una persona española no estoy tan seguro. La barrera del idioma es un gran obstáculo que, claro, condiciona mucho.
Por otro lado, los coreanos tienen la ventaja de tener al alcance multinacionales coreanas con presencia en muchos países, por lo que muchos trabajan en el extranjero, pero trabajando para empresas coreanas.
¿Qué te está aportando la experiencia?
Muchas cosas. Sobre todo, me está enriqueciendo muchísimo. Cada día es una experiencia y te ocurren cosas nuevas e interesantes. También me da la oportunidad de conocer a mucha gente, ya sea de Corea o de otras partes del mundo. Te permite conocer otras culturas y eso está siendo muy bueno y enriquecedor para mí. Depende del punto de mira de cómo lo queramos ver. Está siendo muy intenso, muy enriquecedor y creo que es algo que favorece a formarse como persona.
¿Qué percepción se tiene del país vecino?
La verdad es que me esperaba un interés mucho mayor de los surcoreanos por Corea del Norte. Tengo que reconocer que venía con la impresión de que aprendería mucho de lo que me explicasen sobre este conflicto, pero la realidad ha sido que no me he encontrado con grandes debates, reflexiones u opiniones sobre el país vecino.
Lo más destacable es que lo ven más como un problema político que como un conflicto bélico.
A principios de abril de 2013 los diarios españoles transmitían cierto pánico tras la declaración del ‘estado de guerra’ de Kim Jong-Un con Corea del Sur. Tú trasladaste un mensaje de tranquilidad.
Con una normalidad que me sorprendió. En abril de 2013 lo que leía en los medios de comunicación sobre lo que estaba sucediendo y la actitud de la gente en la calle parecía no ir para nada acorde. No sé si llamarlo indiferencia, pero esa absoluta tranquilidad que me transmitieron me sorprendió.
Si no fuera por los medios de comunicación nadie hubiera dicho que la situación era tensa. Por una parte, la prensa internacional mostraba unos titulares impactantes, mientras que por otro lado veías una rutina sorprendentemente normal. Me pareció una situación algo contradictoria.
¿Cómo se vive en Corea del Sur el hecho de estar ‘técnicamente en guerra’ desde 1953?
Es un problema muy complejo. No me gustaría que al simplificarlo se perdiera lo que quiero decir o se interprete de otra manera. El contexto geopolítico de la Península Coreana es incomparable. Y más con una cultura y una manera de pensar diferente a la nuestra, con lo que eso conlleva. Pero a nivel social, como te he dicho antes, mi percepción es que los ciudadanos surcoreanos lo ven como un conflicto político más.
Eso sí, la presencia del ejército en Corea es evidente. Tienen un ejército potente. Todos los hombres surcoreanos hacen el servicio militar (aproximadamente dos años). También se nota la presencia de Estados Unidos en Corea. Es algo muy diferente a lo que estamos acostumbrados.
¿Hay familias separadas por la frontera?
Sí. Y a medida que pasa el tiempo, como es lógico, hay menos. Desde hace unos años se intenta que algunas familias separadas se reúnan, al menos, durante unas horas.
¿Tiene solución el conflicto?
Yo creo que sí. Al menos debería tener. No sé cuál es, pero me cuesta creer que no tenga solución. Muchas veces me da la sensación de que el conflicto intercoreano es un tema morboso internacionalmente. Y eso no creo que ayude mucho.
Tanto el Norte como el Sur se ven como un mismo pueblo. Es algo evidente en el propio nombre, Corea. El riesgo, por decirlo de alguna manera, quizá sea que las generaciones más jóvenes o las generaciones futuras no lo vean de la misma manera. Posiblemente se vean en un futuro cercano como dos países totalmente diferentes. Entonces el contexto cambiaría, ya que no habría ese nexo de unión sentimental o de sangre.