Aunque no solemos hacer entrevistas en las recomendaciones literarias, esta vez hemos tenido la suerte de poder hablar con el autor del libro que os proponemos esta semana: «Economía de cine». Os contaríamos de qué va, pero mejor que nos lo cuente su escritor, Albert Guivernau.
¿Qué sentido tiene un libro sobre la economía y el cine?
Tiene bastante sentido porque hay personas que quizás nunca se leerían un libro de economía, o que pasan de largo las páginas de economía del periódico porque no las entienden, o porque se habla un lenguaje complicado o poco claro. Lo que pretende este libro es de alguna manera hacer accesible este lenguaje económico a personas del público en general, que puedan -a través del cine- decir “anda, pues esto es así, no es tan complicado”.
En el libro hablas de las teorías de Maslow, de Keynes, o de conceptos que a priori pueden parecer complejos. ¿Cómo vemos esto en las películas?
Pues mira, un ejemplo. Hay una película, “La casa de mi vida” en la que vemos que hay distintas maneras por las que actuar. Tenemos al protagonista, que es un chaval adicto a las drogas y que va creciendo en aspiraciones. Este chaval va evolucionando: primero se mueve para cubrir sus necesidades básicas -tener donde vivir, tener donde comer, tener dinero para comprar la droga que necesita…-; después ya busca una estabilidad, un trabajo serio; luego empieza a trabajar de cara a los demás y no tanto por el dinero – “oye, he de construir esta casa que no solo me vendrá bien a mí sino también a mi familia”-, y finalmente llega a la motivación por autorrealización, a decir “esto es lo que yo he venido a hacer a este mundo”. Esto es un ejemplo de cómo podemos ver la teoría de los grados de satisfacción de Maslow en un film.
¿La economía tiene absolutos? Porque en el cine podemos encontrar películas que ofrezcan lecciones encontradas, enfrentadas entre sí. ¿Qué criterio has seguido en la elección de las películas?
El criterio interesante ha sido el pensar cómo me gustaría que me tratasen si yo soy un trabajador de una empresa, o cómo -si fuera padre de familia- me gustaría que me tratasen mis hijos, o incluso cómo quiero que me traten mis padres. Por ejemplo, en la película “In good company” vemos la historia de una empresa que es adquirida por otra. Ponen de jefe de una persona de 51 años a una de 26… Yo de alguna manera me pongo en la piel de esa persona mayor: a mí no me gustaría que me trataran así. De cada película intento sacar una conclusión de cómo querría que me tratara esa empresa. Te pongo otro ejemplo, la película “La cortina de humo”. Trata sobre cómo camuflar un escándalo sexual del presidente de los EEUU para ganar las elecciones, y lo que hacen es inventarse una guerra. Ahí uno puede meterse en la piel del productor que orquesta esta guerra ficticia para distraer a la población y pensar que en su situación yo haría esas mismas cosas: buscar un héroe, un himno, un eslogan, filtraría determinada información a la prensa en el momento justo, buscar una campaña viral… Ahí si uno se mete dentro de la película puede identificar estos elementos y aplicarlos a la vida real en el ámbito de la economía.
Claro, pero son lecciones en este caso más bien a modo de metáfora, porque las películas muchas veces son fantasiosas, o exageradas…
Sí, mira un ejemplo de película exagerada pero muy interesante es “El gran salto”. Trata del inventor del hula-hoop y de cómo va cambiando su vida a través del trabajo. De cómo lo van utilizando y el tío al final acaba dando con una idea súper simple como es el hula-hoop. Toda la historia de “El gran salto” nace de la muerte del director de la compañía, que en un momento dado, en una reunión con los máximos accionistas de la empresa, decide subirse a la mesa y tirarse por la ventana. Ahí empieza todo: ¿por qué esta persona decide tirarse por la ventana? De alguna manera te paras a pensar en los motivos de esta persona.
Para una persona ya “iniciada” en el ámbito de la Economía, ¿aún tiene sentido leer el libro?
Tiene menos sentido, pero sí que le puede ayudar a decir “mira, todo esto que ya sé también lo puedo encontrar en el cine, o lo puedo explicar a otros a través del cine”. El otro día hablaba con una profesora de la UB (la Universidad de Barcelona) que me dijo que en sus clases de Economía de la Empresa iba a utilizar algunos fragmentos de películas para ilustrar algunos conceptos que veía que sus alumnos no acababan de entender. Esto es una gratificación, porque es una doctora en Economía que me está diciendo que puede utilizar lo que intento explicar en este libro. Puede servir para profundizar o asentar conceptos más que para descubrirlos.
¿El libro se moja en el sentido de optar por una tendencia económica concreta?
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No mucho. Sí que explica por qué surgió el keynesianismo, o quién fue Keynes, o qué pasó durante la Gran Depresión… pero tampoco se moja mucho en las grandes líneas económicas porque es un libro pensado para los agentes económicos a nivel empresarial y local, más enfocado a qué pasa en una empresa, en las dinámicas de trabajo, en la emprendeduría. Luego también habla de cómo funciona la bolsa, pero tampoco mucho porque a la gente de a pie tampoco es que le importe demasiado.
Vale, el libro no, pero ¿tú te mojas por alguna corriente?
Bueno, ahora las corrientes se transforman en grandes ríos y cada vez cuesta más distinguir. Si uno se fija en las políticas económicas del PP o del PSOE tampoco ve tanta diferencia. Si te paras a pensar en qué hubiera hecho Rajoy en la situación que se encontró Zapatero de crisis económica, pues probablemente también hubiera hecho algún tipo de plan-E. Pero si tuviera que decir cuatro cosas para mejorar la economía, pues está el punto de que hay mucho emprendedor que a pesar de la universidad quiere montar una empresa y se encuentran con muchísimas trabas.
Interesante ese a pesar de la universidad…
Es que hay que incidir en esa etapa. No puede ser que haya 13.000 estudiantes en la facultad de Económicas y que no sepan montar una empresa al acabar la carrera… O que uno se hace una tarifa plana para autónomos de 50 euros y muy bien, pero que al cabo de año y medio esta tarifa ya es de 250 euros al mes. Esto puede ser incluso contraproducente, porque te motivas mucho al principio y después va subiendo, va subiendo… Tampoco te facilitan en nada el tener que hacer muchas operaciones diferentes en distintas administraciones cuando lo ideal sería ir un día a un sitio y salir de ahí con tu empresa. Otra cosa que a nivel de economía no ayuda mucho es que se ha extendido demasiado la cultura de la subvención para todo tipo de empresas. El otro día leía que una ONG había suspendido no sé si 700 de sus 800 proyectos porque se habían reducido las subvenciones. Yo me preguntaba qué parte de ONG hay ahí si a la que se acaba el dinero del Estado se dejan 700 de 800 proyectos… Es como decir “no soy del Gobierno” pero dependes totalmente del Gobierno.
Ya que estamos hablando de soluciones y de economía, ¿respecto a la crisis?
Bueno, un gran error ha sido el rescate financiero. Se tendría que haber dejado caer a los bancos: no puedes inyectar dinero en un círculo que ya está viciado. Tú como Estado no puedes inyectar dinero a algo que sabes que no lo vas a recuperar. Es decir, algo que no harías como particular no lo hagas como Estado en nombre de todos.
¿Estamos hablando entonces de falta de responsabilidad por parte de los poderes públicos?
Totalmente. Tenemos como ejemplos también los aeropuertos de Lleida, de Castellón… y eso es con dinero de todos. Son cosas que un particular no haría o se pensaría muy bien antes de hacer y que los poderes públicos sí hacen. Es interesante pensar entonces en quién hay en la administración pública, en qué incentivos hay para trabajar en política. El problema es que hay gente que está por vocación y otros que están por haber hecho carrera en un partido político. Pero haber hecho carrera ahí no te habilita como buen gestor: quizás puedes montar un autobús para ir a un mitin, pero no dirigir una autonomía o un ayuntamiento. Se trata en definitiva de aplicar algo de los conceptos de la economía doméstica a la política. Ya que están obligando a ahorrar a las familias, que también ahorren ellos.
Claro, pero hablar así de “los políticos” queda siempre muy abstracto, muy de charla de bar: “¡ah, pues que se bajen el sueldo!”
Sí, cierto, y de hecho quizás sería hasta contraproducente, porque si se recortan el sueldo, ¿quién querrá meterse en política? Habría de ser muy vocacional. El problema es que la gente normalmente no se mete por el sueldo sino por la estabilidad. Algunos amigos que tengo que se han metido en algún partido político los ves así. Hace un año y pico estuve en un acto de las juventudes de un partido y a la hora de elegir a la junta salieron 53 cargos de los ciento y pico miembros. Claro, ahí había hasta el subsubsecretario… Estamos creando monstruos. A mí me sorprende las pocas ganas que tienen los políticos de buscar capital fuera de la política: en la empresa o en otros sectores. Igual la solución sería que no les fuera la vida en la política: que pudieran dedicarse a esto unos años y después volvieran a su empresa sin más, para evitar esta situación de círculo vicioso de la que hablábamos.
Nos hemos ido un poco por las ramas, pero volviendo a la pregunta de antes: ¿te inclinas entonces por alguna corriente en lo económico?
Quizá más liberal, que el Estado suponga el menor obstáculo posible, o que haga el mínimo necesario. Yo abogo por que el Estado sea una cosa subsidiaria, no obligatoria. Las universidades, por ejemplo, podrían ser competitivas si no dependieran del Estado. O los colegios públicos. El Estado no tendría que intervenir tanto, hasta el punto de llevar la política a las aulas, o a una empresa de ocho trabajadores a la que por ley de nosequé les llega un delegado sindical. La idea sería dejar hacer y facilitar a la gente que pueda tener motor propio.
Y para terminar, volviendo al libro, desde que lo publicaste hasta ahora ¿añadirías alguna película?
De las que han estrenado desde entonces no, pero sí que me gustaría haber incluido “El doctor”, para explicar el tema de las profesiones liberales, o “Las uvas de la ira”, ambientada en el periodo de después de la Primera Guerra Mundial en EEUU. Tal vez, en un plano más reciente, añadiría “Company Men”, que es una de las que mejor han narrado cómo ha sucedido la crisis y la situación de las empresas y el rescate financiero. Y pocas más, porque en esencia las cosas no han cambiado mucho: lo único que ha cambiado es el contexto.
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