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«Hemos dejado que las corporaciones nos quiten las ciudades» Krzysztof Nawratek

Acción y reflexión. El Dr Krzystof Nawratek es arquitecto, urbanista y teórico, preocupado por el destino de los espacios que pisamos a diario casi sin darnos cuenta. ¿Qué son nuestras ciudades, de dónde vienen y a dónde van? ¿Y qué tiene que ver esto conmigo? Subimos hasta la planta 14 de la Torre de las Artes y allí, con la ciudad a nuestros pies como un plano urbanístico, hablamos de todo esto:

¿Nuestro modelo de ciudad está en decadencia?

Es un hecho que el modelo de ciudad neoliberal está en crisis, todos sabemos que en la práctica no funciona. Solo hace falta mirar por la ventana: un montón de espacio vacío, desaprovechado. Esto pasa con todas las ciudades que han seguido la mentira neoliberal.

Un paso previo, ¿a qué se refiere con “modelo neoliberal”?

A la ciudad capitalista, a la ciudad que ha vivido en las últimas décadas un desmantelamiento de las estructuras públicas y de las infraestructuras sociales. A la ciudad que ha privatizado incesantemente todo lo público, de las tuberías al transporte público, por ejemplo.

¿Dónde está el fallo en este modelo?

Lo principal es que se pierden herramientas para operar en la ciudad desde lo público. Las ciudades neoliberales van perdiendo su poder como sujetos políticos y se vuelven pasivas en lugar de activas. La ciudad se vuelve una entidad incapaz de decidir sobre su propio destino cuando son grandes corporaciones las que deciden por ella, y la política urbana se pierde cuando se convierte en puro terreno de especulación inmobiliaria de grandes empresas, de fuerzas externas que explotan la ciudad y a sus residentes. En este contexto, las ciudades europeas son débiles, porque operan con la mentalidad de que lo privado es siempre mejor que lo público. Sin embargo, está probado que la lógica capitalista del mercado no puede cubrir todo el espectro, necesariamente quedan huecos.

Krzystof Nawratek urbanismo ciudades entrevista

¿Existen alternativas viables a este modelo?

Es interesante mirar a Sudamérica; en ciudades como Bogotá la posición del alcalde es relativamente fuerte. Allí han logrado implementar cambios importantes, y es porque el alcalde retenía poder y voluntad de ejercerlo. Cierto que acumuló poder, sí, pero luego lo usó para de algún modo diluir el autoritarismo e involucrar a más y más gente en la toma de decisiones. Es la paradoja de “perder” el poder para ganar a la gente: un cambio desde las élites a las bases, curiosamente. También es interesante el caso de China.

¿Qué ha pasado allí?

Como el Partido Comunista aún infiltra toda la estructura social del país y hace lo que le da la gana, las ciudades chinas también retienen muchas herramientas para implementar el poder de forma efectiva. El último ejemplo de esta “crisis” fue una apropiación de dinero privado espectacular. Por cultura, los chinos ahorran mucho, y el gobierno, sabiendo eso, empezó a sugerir a la gente que comprara acciones de empresas controladas por el Estado. Hubo inflación y también una crisis en el mercado bursátil, pero lo que realmente importa es que el Estado no perdió nada. Quienes realmente perdieron dinero fueron los individuos que compraron acciones de estas empresas –y que, por tanto, le dieron dinero al gobierno. Es absolutamente brillante… Cruel, pero brillante: funcionó como un impuesto adicional. Lo que esto implica es que el gobierno chino tiene un montón de instrumentos a su alcance y no duda en utilizarlos si lo necesita.

La mentalidad de que lo privado es siempre mejor que lo público hace a nuestras ciudades débiles

Pero ejemplos como este tiran hacia el autoritarismo… ¿Esa es la solución que propone para nuestras ciudades?

No, no. A pesar de lo que te he dicho de Bolivia o China, no creo en ningún tipo de régimen autoritario. Un poder fuerte es necesario pero no suficiente, y el apoyo democrático es absolutamente crucial. Todos los usuarios de las infraestructuras urbanas –ciudadanos, visitantes, estudiantes…- han de participar en la negociación, sino caemos en la obsesión por el urbanismo táctico.

¿Qué es el urbanismo táctico?

Es planificar pensando en cambios pequeños y baratos en la estructura urbana, que puedan durar mucho tiempo y aportar algún cambio, como mercados que aparecen de un día para otro, o “tiendas pop-up”. Y a ver, que eso está bien, pero a mí me parece que es perder una oportunidad. Pasamos de ejecutar el poder concentrado en el ayuntamiento a diluirlo y concentrarnos febrilmente en pequeñas intervenciones.

En una entrevista decías que “la política es el camino de la salvación de las ciudades”, ¿en qué sentido?

Fundamentalmente, la ciudad se basa en la voluntad política. Esto está en el mismo origen griego de la palabra, polis. Los ciudadanos son un grupo de gente que deciden vivir juntos y organizar su vida en común mirando más allá del mero interés privado. Mirando al origen, en la Grecia clásica se diferenciaba entre oikos (“hogar” o “clan”) y polis, entre lo privado o familiar y la vida de la ciudad, que va más allá de los lazos de sangre. Hay un filósofo francés, Pierre Manent, que defiende que la polis es el único invento fundamental de nuestra civilización, porque nos permite trabajar juntos y organizarnos por encima de los intereses egoístas. Este concepto de ciudad es el que está bajo amenaza hoy y es el que hemos de luchar por reclamar desde la política.

Krzystof Nawratek urbanismo ciudades entrevista

Pero la idea de polis, según Aristóteles, ha de reducirse a un máximo de 5000 personas, ¿cómo armonizamos este concepto con el tamaño de las megalópolis modernas?

Sí, es cierto, pero es posible porque la ciudad nos construye de modo que podamos estar juntos. Ciudad es infraestructura: párkings, tuberías, aceras… Todo esto construye una identidad con la que nos identificamos más allá de ideologías o puntos de vista. Aunque no estemos de acuerdo en algunas cosas, al final compramos café en el mismo sitio o pisamos el mismo pavimento. La infraestructura urbana nos une más allá de ideologías o religiones, y este es el reto de los arquitectos, el reto de diseñar las estructuras urbanas de forma que sean lo más inclusivas y abiertas a todo el mundo posible.

Es una idea interesante.

Mira, el pasado junio publicamos un libro sobre esta idea, “Inclusión radical”, que está disponible en Internet. Es un primer intento de ofrecer un marco intelectual para aplicar a la arquitectura creadora de espacios para todos. Es una idea paradójica, desde luego, porque la arquitectura consiste esencialmente en la exclusión, en construir muros. Ocurre que, a la vez que creas esta barrera, también estás creando algo para el espacio que la rodea. El foco de la inclusión radical está en según como definas el límite entre lo exterior y lo interior. Un ejemplo es la geometría diagonal.

¿Geometría diagonal?

Un ejemplo con el que se ve más claro es esta biblioteca en Delft, en Holanda.

Krzystof Nawratek urbanismo ciudades entrevista
Biblioteca Universitaria de Delft

Sin duda, es un edificio, con sus paredes y su techo que protegen el interior de los elementos. Sin embargo, lo que han hecho aquí es crear esta especie de “techo-suelo” de forma que crea al mismo tiempo un espacio privado y un espacio público para todos los ciudadanos. Desde luego es un ejemplo muy simple y primitivo, no digo que todos los edificios tengan que ser así, pero aquí está la esencia de lo que hablo.

¿De qué otras formas se puede hacer?

Puedes enfocar la inclusión desde lo técnico, pensando en la infraestructura del edificio y en lo estático. Un segundo enfoque es el espacial, pensar en para qué es este edificio en concreto, y un tercer acercamiento es temporal. Esto se basa en no pensar en la obra de forma estática sino en ser consciente de que los espacios y el uso que se les da fluctúan, cambian con el paso de los años. Un cuarto acercamiento es semántico, que consiste en crear edificios que no sean definidos para un solo uso o una sola función, es crear híbridos.

Esto último suena algo extraño ¿algún ejemplo?

Hay un proyecto en Copenhague del estudio BIG, que son unos tíos bastante funkies, que representa esta idea. Tenían que diseñar una planta energética, y aprovecharon que es un edificio masivamente grande para que también sirviera de pista de esquí. A ver, este es un ejemplo muy hipster, pero el concepto puede llevarse a campos más serios. Es el intento de crear algo que tenga al menos dos significados. Yo intento llevar esta filosofía y huir de la actitud de zonificar que ha tenido el urbanismo durante toda la Edad Moderna.

Krzystof Nawratek urbanismo ciudades entrevista
La planta energética y pista de ski de BIG, actualmente en construcción en Copenhague

¿A qué te refieres con “zonificar”?

A separar las diferentes áreas de la ciudad según su función. Es un modo de racionalizar la ciudad que tenía sentido en la época del crecimiento industrial, claro: si las fábricas son grandes, sucias y ruidosas, mejor tenerlas todas juntas y separadas de las zonas residenciales. Era una buena idea en el siglo XIX, pero ahora podemos mezclar estas zonas; tenemos el desarrollo suficiente para crear fábricas limpias, por ejemplo. La lógica de la zonificación es la separación, no la inclusión, y, aunque está cambiando poco a poco, todavía es la forma principal de planificar una ciudad. Desde los años 80 ya estamos empezando a hablar de edificios multifuncionales, de mezclar funciones… Yo creo que tenemos que rechazar de plano el elegir entre “esto o esto” y pasar al “esto y esto”.

Uno de los límites que se me ocurre es que nuestras ciudades ya están construidas, ¿aún queda espacio para expandirnos y planificar de la forma en que dices?

Bueno, sí que están construidas, pero de nuevo: simplemente mirando por la ventana vemos que hay mucho espacio desaprovechado. (señala un edificio) Ese de ahí por ejemplo, que tiene 5 plantas pero podría tener más. Es un hecho que podemos “densificar” la ciudad, hacerla crecer en vertical. Una vez me planteé un cálculo curioso: imaginemos que toda la población mundial viviera en una sola ciudad con la densidad de, pongamos, Barcelona. ¿Qué tamaño tendría esta megaurbe? Pues, para mi sorpresa, sería más pequeña que Francia. El problema no es no tener espacio, el problema con la expansión de las ciudades es político, es que la tierra pertenece a manos privadas, a oligopolios.

Por último, he visto que en su trabajo utiliza el concepto de “ciudad post-secular”, ¿cómo se relaciona con la inclusión radical?

Este no es un concepto mío, pero se refiere al hecho de que, a pesar de lo que se haya dicho, la religión o la fe no han llegado a desaparecer. Después de la ola de secularización, aún algo permanece. Y no es solo por los inmigrantes que traen su religión con ellos, aún hay algunos aspectos espirituales que permanecen en nuestra cultura en el presente. Si este es el hecho, simplemente hemos de aceptarlo y jugar con esto. Se trata entonces de integrar estos elementos religiosos para el bien común, no como algo peligroso.

Acerca de Guillermo Altarriba